Occidente ya sabe todo, oriente aún no.

Como se explica el hecho de qué en Occidente, Europa y las américas, culturas mucho más contemporáneas en comparación con las civilizaciones más antiguas de Asia como India, China o Japón, tengamos la sensación de que sabemos mucho más y de que ya entendemos todo de todo. Y cuando surge algo que no comprendemos queremos inmediatamente saber los porqués, como funciona y entenderlo totalmente. ¿Porque?

Occidente cree que este concepto no es solamente el mejor camino de pensamiento, sino el único posible y aportador de sentido útil a la vida. Queremos desvendar todo en toda su profundidad, porque según lo que nos han enseñado nuestros padres, las cosas disponen de una explicación de causa y efecto que debería ser conocida. Así todo se explicaría bajo una visión lógica y tendría sentido para nuestras jóvenes e inmaduras mentes.

Muy diferente de oriente, que quizás por ser mucho más experimentado y maduro, está tranquilo con la comprobación de la ausencia de la necesidad de conocer todo, y tener todas las respuestas. Oriente sabe que ser inteligente es aceptar la existencia de una parte imposible de conocer.

Tomemos por ejemplo la medicina occidental, a pesar de los numerosos errores de diagnósticos o quirúrgicos es raro escuchar a un medido diciendo: “No le sabría decir lo que tiene.” o “Tiene que descubrir usted mismo si le compensa tomar el medicamento o no, depende de lo que sienta.” o comentarios de ese estilo. Sin embargo, me quedé maravillado al escuchar a un experimentado acupunturista en un centro especializado y elegante de Barcelona contestándome si debería poner frio o calor en una lesión así: - No sé si será mejor poner frio o calor, depende… tienes que sentir lo que el cuerpo te está pidiendo. En el momento pensé: - Wau… he encontrado un médico coherente por primera vez en mi vida. Uno que afirma no saberlo todo, y deja una parte para que el paciente perciba y se adecue. En general, en Occidente estamos educados a creer y a seguir ciegamente cualquier cosa que nos diga un médico solo por su estatus de “médico”. Casi nos olvidamos de que este profesional es humano y puede equivocarse, que puede estar cansado o despistado, que puede no conocer nuevas enfermedades,  y sobretodo que la medicina está aún en pañales con poco más de dos siglos de vida. Fíjate, lo estamos comparando con un sistema de medicina que tiene más de cinco mil años de existencia y experimentación.

Si observamos filosofías orientales como la medicina china, el hinduismo, el Yôga, el Kung-fu, el Ayurvêda, entre otros, se transmite la sensación de que está bien dominar solamente una parte del conocimiento o solo un punto de vista que funcione. Nunca tienen la intención de explicar el porqué de todos los fenómenos tal como intenta la ciencia moderna occidental. En Oriente, la necesidad de saber se posiciona de manera más modesta ante toda la grandeza del universo e infinitud de la naturaleza. Mientras en Occidente comprobamos que nos molesta cuando hay algo que no conseguimos explicar. Estaría bien reflexionar sobre el origen de esta necesidad de explicarlo todo. Opino que la explicación completa y total sea algo equivalente a una utopía, tal como el concepto de la perfección que es inalcanzable, y sufrir por ello sería estupidez.

“¿Será la pretensión de Occidente de sentirse poderoso y dominador del mundo? ¿Será nuestra cultura occidental capitalista basada en inflar nuestros egos que genera la necesidad de subyugarlo todo dentro de nuestra lógica? ¿Será la visión pragmática de la ciencia que quiere explicarlo todo como la más sabia de las doctrinas de pensamiento?”

Personalmente prefiero el conocimiento oriental, más compartido, donde el protagonista o el paciente participa del proceso, aprende y enseña a la vez, construyendo el saber, que al final es personalizado, y sirve para uno mismo, sin la preocupación de encajarse en el pensamiento lógico.

Yo suelo decir a los jugadores de golf que entreno: “Procura descubrir las cosas que funcionan para ti. Y si funciona, ya está, úsalas a tu favor. A veces lo que sirve para uno no sirve para el otro. Tendrás que descubrirlo tu.” Es la parte más importante de mi trabajo, hacerles pensar por si mismos, desarrollando así su autoconocimiento. Me parece mucho más sabio que declarar que yo lo sé todo o que tengo todas las respuestas únicamente porque tengo experiencia, me he preparado y he estudiado bastante.

Veo que occidente aún está muy lejos de entender la limitación de la lógica. Como si esto hiriese su orgullo científico, o más, como si fuera en contra de sus propias bases y fundamentos. Quizás la limitación sea importante para que maduremos como seres humanos y sociedad. Es más o menos como cuando un niño pregunta a su padre:  - ¿Dónde vamos cuando morimos? ¿Cuál el sentido de la vida? ¿Por qué tenemos dos patas y las serpientes ninguna? ¿Dónde acaba el universo? sería mejor dar una respuesta ilógica pero intuitiva, inspiradora, instigadora que una basada en la lógica o mejor aún, podría decirle únicamente: no lo sé.

Finalizo este texto pinzando una cosa que sobrepasa los límites de la lógica, solo para darte un ejemplo de que algo útil: la intuición. Podemos saber cosas sin saber explicarlas. Hemos descubierto cosas sin necesitar la lógica, a través de otros canales que ignoran la necesidad de explicar el porque de las cosas.

 Y a ti, ¿Qué te dice tu intuición?